El tejido comunitario contra el desperdicio alimentario pide más herramientas para seguir creciendo
La jornada en el Mercado de Sant Antoni, impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y la Oficina Conjunta de la Alimentación Sostenible, pone en valor las iniciativas locales, presenta la nueva guía municipal para crear redes de reaprovechamiento alimentario y aborda cuestiones clave como la seguridad alimentaria y la formación en este ámbito.

El 22 de mayo el Mercado de Sant Antoni acogió la jornada “Redes de reaprovechamiento alimentario comunitarias. Intercambio de experiencias y retos de futuro”, organizada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Catalunya y la Oficina Conjunta de la Alimentación Sostenible. El acto reunió a representantes de iniciativas de referencia, como Espigoladors, la Red de Ayuda Mutua Alimentaria de Cataluña, el Comedor Popular de Manresa, Calàbria 66, Som la Clau o Supercoopera, con el objetivo de compartir experiencias y reflexionar colectivamente sobre los retos del sector.
Reconocimiento, formación y logística para seguir avanzando
A lo largo de la jornada se hizo evidente la necesidad de un apoyo más estructurado por parte de las instituciones. Las entidades pusieron sobre la mesa la importancia de avanzar en el reconocimiento formal de estas redes, así como el acceso a formación en manipulación de alimentos, convenios con grandes distribuidores y mejoras en el ámbito logístico.
En este sentido, con el objetivo de dar herramientas concretas, el Ayuntamiento de Barcelona presentó la Guía para crear una red de reaprovechamiento alimentario comunitaria, una publicación que ofrece un marco práctico para colectivos que quieran impulsar nuevas iniciativas con garantías sanitarias y una base organizativa sólida.
Seguridad alimentaria, un eje imprescindible
La jornada también puso el foco en el marco normativo. El Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación y la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPC) expusieron el marco legal vigente que afecta a estas redes de reaprovechamiento alimentario.
Se hizo hincapié en la reciente normativa catalana, que establece la obligatoriedad para todas las empresas de elaborar planes de prevención —excepto las de menos de diez trabajadores—, medir e informar de las pérdidas de alimentos y contabilizar lo que se destina a distribución gratuita, es decir, a estas redes de aprovechamiento. Además, también se destacó la importancia de los acuerdos entre donantes y receptores y las condiciones técnicas para garantizar la seguridad de los alimentos redistribuidos.
Barcelona, ciudad referente en la prevención del despilfarro
También se destacó la participación de la ciudad en el proyecto europeo CULTIVATE, que analiza prácticas de alimentación compartida en Barcelona, Milán y Utrecht.
Las investigadoras Raquel Díaz (Espigoladors) y Amaranta Herrero (Universidad de Barcelona) subrayaron el liderazgo de la capital catalana. Sin embargo, el reto es transformar estas prácticas locales en un sistema más estructurado y con apoyo institucional sostenido. En este sentido, el proyecto propone un marco de análisis que ayuda a clasificar actores y jerarquizar acciones: garantizar primero el acceso a la alimentación, después prevenir el despilfarro y, finalmente, aprovechar excedentes antes de llegar al residuo.
Un debate vivo para mirar hacia el futuro
El sociólogo Francesco Facchini (ICTA-UAB) aportó una mirada crítica del modelo asistencial tradicional y reivindicó el papel transformador de las redes comunitarias. Finalmente, el debate puso de manifiesto la voluntad compartida de fortalecer estas iniciativas y de construir, desde la colaboración, un sistema alimentario más justo y resiliente.