El supermercado cooperativo Foodcoop BCN abre las puertas a personas no socias
Las socias seguirán disfrutando de precios más bajos a la hora de comprar, ya que sus tareas permiten reducir costes y ajustar los márgenes de venta.

Hasta ahora, para poder comprar en Foodcoop BCN había que hacer una aportación al capital social de la cooperativa —que es el que confiere también los derechos de participación política— y, además, desarrollar tareas de apoyo en el supermercado en turnos mensuales de 3 horas.
Conscientes de que hay personas que no pueden dedicar este tiempo de activismo o a las que no les va bien hacer la aportación inicial, pero que sí quieren escapar de las cadenas de distribución convencionales y consumir de una forma diferente, Foodcoop ha abierto sus puertas ahora también a personas no socias.
Sin embargo, las socias actuales, así como las que se sumen de ahora en adelante, que hagan el turno mensual disfrutarán de unos precios más bajos en la adquisición de productos que el resto de compradoras, ya que sus tareas permiten reducir costes y ajustar los márgenes de venta.
El objetivo de Foodcoop, con esta nueva medida, es diversificar a su público y volverse más inclusivo. Pero no ha sido la única decisión que se ha tomado para llegar a más personas.
Nuevo servicio de entrega a domicilio
En esta línea, la semana pasada se puso en marcha un servicio de entrega de la compra a domicilio con la cooperativa de distribución responsable en bicicleta Mensakas.
Actualmente, Foodcoop BCN tiene socias que viven lejos del establecimiento y que habían manifestado las dificultades para hacer compras pesadas o voluminosas. Con el nuevo servicio, ofrecido por un proveedor con quien se comparten valores, se quiere hacer la vida más cómoda a las personas socias, pero también para conseguir otras nuevas que viven en otros barrios de la ciudad.
Un año y medio construyendo la alternativa
Foodcoop BCN entró en funcionamiento en febrero del 2022, con casi 500 personas socias detrás que decidieron aportar capital y horas de voluntariado para crear su propia alternativa a la gran distribución.
Desde entonces, el proyecto ha crecido de forma lenta pero sostenida y, ahora, se espera dar un paso más en el impulso del consumo transformador llegando a un público quizás menos acostumbrado al activismo, pero que es consciente de los perjuicios que están causando al territorio, al campo y a la salud de las personas los supermercados regidos por el lucro.